miércoles, 15 de junio de 2011
LA INTRUSA - (Cuento.Texto completo) de Jorge Luis Borges
Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor.
En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor recordaba, no sin sorpresa, haber visto en la casa de esa gente una gastada Biblia de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas páginas entrevió nombres y fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azarosa crónica de los Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de ladrillo sin revocar; desde el zaguán se divisaban un patio de baldosa colorada y otro de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen defendían su soledad. En las habitaciones desmanteladas dormían en catres; sus lujos eran el caballo, el apero, la daga de hojas corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé que eran altos, de melena rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que nunca oirían hablar, andaban por la sangre de esos dos criollos. El barrio los temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro pelearon una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la peor parte, lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos. De sus deudos nada se sabe y ni de dónde vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes.
Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. Esto, y lo que ignoramos, ayuda a comprender lo unidos que fueron. Malquistarse con uno era contar con dos enemigos.
Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que ganaba así una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las fiestas. En las pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaban prohibidos y donde se bailaba, todavía, con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos rasgados; bastaba que alguien la mirara, para que se sonriera. En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida.
Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes por no sé qué negocio; a su vuelta llevó a la casa una muchacha, que había levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la mujer de Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los hermanos.
Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque En el patio, el mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le dijo a Eduardo:
-Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala.
El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no sabía qué hacer. Cristián se levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro.
Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida unión, que ultrajaba las decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos no pronunciaban el nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban razones para no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían era otra cosa. Cristián solía alzar la voz y Eduardo callaba. Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.
Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por ese primor que se había agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo injurió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián.
La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia por el menor, que no había rechazado la participación, pero que no la había dispuesto.
Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no apareciera por ahí, porque tenían que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se acostó a dormir la siesta, pero al rato la recordaron. Le hicieron llenar una bolsa con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había dejado su madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y tedioso viaje. Había llovido; los caminos estaban muy pesados y serían las once de la noche cuando llegaron a Morón. Ahí la vendieron a la patrona del prostíbulo. El trato ya estaba hecho; Cristián cobró la suma y la dividió después con el otro.
En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la mañana (que también era una rutina) de aquel monstruoso amor, quisieron reanudar su antigua vida de hombres entre hombres. Volvieron a las trucadas, al reñidero, a las juergas casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por su lado, en injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo que tenía que hacer en la Capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa que sabemos reconoció al overo de Eduardo. Entró; adentro estaba el otro, esperando turno. Parece que Cristián le dijo:
-De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a mano.
Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba con Cristián; Eduardo espoleó al overo para no verlos.
Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos habían cedido a la tentación de hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los Nilsen era muy grande -¡quién sabe qué rigores y qué peligros habían compartido!- y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. Con un desconocido, con los perros, con la Juliana, que habían traído la discordia.
El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los domingos la gente suele recogerse temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio que Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo:
-Vení, tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué; aprovechemos la fresca.
El comercio del Pardo quedaba, creo, más al Sur; tomaron por el Camino de las Tropas; después, por un desvío. El campo iba agrandándose con la noche.
Orillaron un pajonal; Cristián tiró el cigarro que había encendido y dijo sin apuro:
-A trabajar, hermano. Después nos ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que se quede aquí con su pilchas, ya no hará más perjuicios.
Se abrazaron, casi llorando. Ahora los ataba otro círculo: la mujer tristemente sacrificada y la obligación de olvidarla.
FIN
BIOGRAFÍA
Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Por influencia de su abuela inglesa, fue alfabetizado en inglés y en español. En 1914, viajó con su familia a Europa y se instaló en Ginebra, donde cursó el bachillerato. Pasó en 1919 a España y allí entró en contacto con el movimiento ultraísta. En 1921, regresó a Buenos Aires y fundó con otros importantes escritores la revista Proa. En 1923, publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires. Desde esa época, se enferma de los ojos, sufre sucesivas operaciones de cataratas y pierde casi por completo la vista en 1955. Tiempos después se referiría a su ceguera como "un lento crepúsculo que ya dura más de medio siglo".
Desde su primer libro hasta la publicación de sus Obras Completas (1974), trascurrieron cincuenta años de creación literaria durante los cuales Borges superó su enfermedad escribiendo o dictando libros de poemas, cuentos y ensayos, admirados hoy en todo el mundo. Recibió importantes distinciones de diversas universidades y gobiernos extranjeros y numerosos premios, entre ellos el Cervantes en 1980. Su obra fue traducida a más de veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión. Prólogos, antologías, traducciones, cursos y charlas dan testimonio de la labor infatigable de ese gran escritor, que cambió la prosa en castellano, como lo han reconocido sin excepción sus contemporáneos. Borges falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986.
Hombre de ficción literaria, paradójicamente favorito de semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece, por la perfección de su lenguaje, la erudición de sus conocimientos, el universalismo de sus ideas, la originalidad de sus ficciones, la belleza de su poesía, una verdadera summa que honra la lengua española y el espíritu universal.
Fuente: Ciudad Seva (suscripción personal) - Mi Buenos Aires querido.com
NOTA: Este es mi pequeño y humilde homenaje al cumplirse hace dos días veinticinco años de su desaparición física, la que no tenía que haber ocurrido sin antes obtener el Premio Nobel de Literatura, premio que jamás la Academia Sueca quiso reconocerle, vaya a saber por qué ignorados e insensatos designios. Melan.
Melan.
miércoles, 8 de junio de 2011
A QUE y otros poemas de Oscar Portela
A QUE
poema de OSCAR PORTELA
¿A que llegar tan lejos para luego caer
como estrellas fugaces hechas como nosotros
de la “materia de los sueños?
Pecados de la “hubrys”, ponedle límites
A esta vacua cacería de la “nada” y
A amar solo el aroma de almizcle de tu carne,
Esfumado ya cuando se cierran los sueños
Y los puros ojos de las primeras albas.
Imposible saltar sobre la linea de nuestras
Propias sombras y el vértigo de la voluntad
En lucha contra el tiempo y su “fue”.
<>
Es suficiente ya: ¿A que llegar tan lejos?
¿Pues como medir la extensión del logos
Del corazón que tan sin límites nos arroja
Al vacío de la pasión mortal?
Vuelto estoy hacia la lumbre en duermevela.
Escucho voces en mis sueños
Y me se custodiado.
Hoy definitivamente solo sin el almizcle
Del recuerdo, camino sobre la linea de la sombra
Que soy, (Junger no entiende):
Ah corazón quebrado sobre el ras del horizonte de la tierra,
Lejos ya del delicado almizcle de tu cuerpo.
TENGO PARA MÍ
A mi maestro Oscar del Barco
poema de Oscar Portela
Tengo para mí que soy yo mismo
la sombra que me guía y que se adensa
tras de mis ciegos pasos. Seguro estoy
de que soy aquel rapaz dueño del daimón
que promueve destinos que derivan
en la espectralidad de la intemperie-
y que sueña el reposo y sin posada,
se corona a sí mismo con espinas-
mirtos, alas de colibríes, piel de culebras-
en el vacio sótano de un castillo parlante.
Y tengo para mí la sombra del suicidio,
la ajusticiada sombra de la lumbre –
el danzarín desesperado - el bufón hecho tea-
todo lo tengo para mí, pues yo soy ese y el otro,
el otro que me espera, que no termina de nacer,
el moribundo - el nonato que finge estar aquí-
y ser el sueño de una pobre mujer en pueblo oscuro.
Ese soy y para mí lo tengo: lo tengo escrito en lápidas
de pórfido, en lenguas nunca habladas,
sobre salobres mares desecados y soy el asesino y
el amante, el ladrón y el que dona sin esperar ya nada-
Soy el desesperado que desea no desear ya más
que la desidia – el odiador del verbo y de la música-
de los paisajes que remedan espejos
lanzados como sombras al abismo de un corazón
ya muerto: soy el amanecido
y el que ignora los ciegos soles de toda aurora ausente.
Soy Villon y soy Poe y soy una elegía interminable
que susurra los nombres nunca dichos y que caen con
ellos taciturno al fondo del averno. Ay, y tengo para mí
que soy yo mismo Lucifer y Gabriel en duelo extraño.
Así afirmo que tengo para para mí que las doloras de Vallejo fueron
escritas por mis lágrimas y que debo quedarme – aquí me quedo,
solo, temblando, como un ave sin nido en seca rama.
Soy el lascivo y el asceta que se desangra a solas
sin hermanos o respuestas que me confirmen en aserto
- digo que tengo para mí que soy yo mismo- y el otro- el otro-
el otro Oscar que sabe lo que calla y llora a solas-
a solas canta y el desierto mundo que se acrece aquí – como
un buque fantasma en las tinieblas sigue su rumbo
sin otro puerto que vigilia eterna: este soy yo que para
mí lo tengo. Ave de un paraíso extraño, veneno de una cobra
en celo que paraliza y mata, yo soy esto. Y aquí me quedo.
Ya sin lugar ni mundo pues los dejo a la sombra que jamás
da conmigo en el cuadrante y al otro, al otro Oscar, al que yo
espero muriéndome de frío en el averno: que extraña certidumbre
ésta que tengo y pues paro ahora mismo – el tener para mí
que yo soy este - y el otro - y los otros y los otoños lánguidos,
o las ciudades despobladas y un lejano recuerdo
que me habita: un abra y un caballo a solas y el daimón
invisible que extravía a las almas más sencillas y nobles –
la porfía y la lucha contra el viento – tengo yo para mí
que ahí nacieron.
17 de febrero de 2011 20:01
oscar portela dijo...
EL ABANDONO
a Graciela Maturo
El cuerpo me abandona lentamente.
Los ardores de fragua del verano.
El tortuoso invierno. La recelosa cobra
Del deseo oculta en madriguera.
Los colores minados por la ausencia
De la piel renovada en staccato de cada primavera.
El oro en las arenas y el sueño, el sueño
De quien entra a la presencia como a un bosque de
Símbolos donde no estabas tú. No es un arca mi cuerpo.
No es chalupa siquiera: siniestrado por las tormentas
Y huracanes, siempre en desiertos, ¿como podría
Salvar algo de lo queda en la memoria de aquel
Pajaro Azul que ayer cantaba en mis ventanas?
Ah, llévame contigo hacia el poniente donde nada
Se pone, traspone el horizonte, piérdete entre las nubes
Más lejanas, atisba entre las cifras donde tal vez
Los ángeles arrullen el silencio de Dios.
¿Volverás a la tierra? Tal vez el pino enhiesto en la colina
Te espere como el rayo y el amor que te abandona ahora
O que nuca tuviste encuentre asilo entre sus ramas
Cuando lo yermo cede y en tus ojos vuelve el lapacho
A florecer serenamente.
MISERIA
poema de OSCAR PORTELA
Tanta miseria venida de la penuria
de no sabernos frágiles mortales,
“tal estrellas fugaces que ignoran el
sentido del dolor, y tanta soledad que se fuga
de sí tras la anónima sombra de multitud vacía,
sin arcas en ningún desierto,
tanta violencia flamígera huída de lo inacabado,
“hubrys” de una voluntad que solo se sabe a si misma,
y tanta bastardía de quien es huérfano de si
en la escala de un verbo donde todo
se ha dicho ya : hombres pequeños
de parpadeos y saltos en medio
de un medido destierro y verdugo
de la condición de los aromas
y sus nombres, Ah vosotros, que carecéis
de nombres y de casas, y tanto destierro entre tinieblas
de encenizados soles, abandonados ya
a la extinción del fuego en la incuria del neón
y así nunca saber de donde venimos ni hacia donde vamos.
FRAGILIDADE
de Oscar Portela
És o Anjo. Estás aqui encarnado.
Junto a mim. És meu abismo.
A frágil beleza que o destroi
Inteiro. Tuas mãos não são Mãos.
São as Ligeiras Asas que o vento
Agita sobre a terra árida
Algemada a meu pranto.
Se soubesses, esse saber também poderia
Destruir-me. Nem um instante sequer
Poderia suportá-lo. É o âmbito
Onde o abismo busca o Éter e ambos
Selam um novo pacto.
Meu coração explode. ¿Como um mortal
Poderia suportá-lo? Encequecendo-se.
Mas em trevas vejo estremecer
Tudo que à tua passagem sente
A presença do Anjo.
Impossível foi e será suportar a
Medida deste infinito que sopra aqui
A meu lado. Insone És.
Deixa que este mortal consuma
Seus temores violáceos e derrame suas
Cinzas em honra de tuas Asas.
Versión de Vera Laporta
EL CANTO
poema de OSCAR PORTELA
Vuelve canto a mi boca. No abandones los sueños
Y las videncias que prohijaste en mí y en las que ardí
Por una eternidad apenas como alegoría del instante.
No me dejes ahora que los harapos de las visiones
Del verbo son sombras que me acompañan hacia
La luz final que oculta la melodía en la que
Se perdieron mis horas: haz de mí nuevamente
Un fanal de venenos y mieles, y reúne todo lo mortal
En las imágenes que han venido hasta mí
Solo para crucificarme: otórgame tumbas y resurrecciones,
Sarcófagos y soles espectrales para que la soledad
No me devore y abandoname luego a la intemperie,
De aquellos elementos que me elevaron por encima
De aquel que no es más que un rapazuelo, capaz de abrir
Sus ojos para que el Dios en su más pura forma
Crezca como asfódelo entre los pliegos de mi carne.
Ábreme, no me cierres a la osadía de ser la llaga
Del sentido, y deja que las videncias en las que iluminé
El camino del apostata, las islas del Egeo, el cuerpo de Theo,
Los ojos de Theo, en los cuales se ocultan todas las mieles
De la Estigia, sus piernas y su cintura que copian
Los peligros de la aventura de Odiseo sean el postrer
Ejercicio de haber estado aquí sirviéndote, y haz que el
Colibrí beba de mí por última vez, mientras mis ajadas
Manos acarician el cabello del Dios a quien me rindo:
Ámbos mortales, ámbos solo búcaros, que buscan
Morir en el amor para resucitar tal vez convertidos
En lobos ya solamente para servir a la luna.
Pero ahora dame una vez más aquel veneno
Con el cual curé mis heridas para construir imágenes
Que solo hablan el sinsentido de tu loca
Carrera, Oh canto, nocturna estrella de zafiro
En la frente de Theo por un segundo más, por un segundo
En sus tobillos y el empeine de sus pies, por un segundo más
Por un segundo déjame desaparecer en sus límpidos
Ojos, déjame morir en él como la rosa que vive por un segundo
En el cántaro que la aprisiona, poséeme luz una vez más
Para que transfundidos y ya eternos de nuestros cuerpos espectrales
Gotee el aceite de la Eternidad, porque yo te amo- Theo- Eternidad.
*/ el más ambicioso canto escrito por mí en los últimos
tiempos: a Theo Theodoridis mas Dios que Hombre: Oscar Portela.
*/ para Elía de Oscar
LA CARRERA
poema de OSCAR PORTELA
En mitad de la noche mi corazón se ahoga.
Y el indómito potro cae vencido por la ardiente
carrera que conduce hacia el alba. La muerte lo sorprende.
Y hay temblor en sus músculos cuando abre sus ojos a la oscura
tiniebla de los sueños. La razón apacigua la angustia de esperar
y consagrar la ostia que es misterio al olvido de duelos y doloras.
La sincopa se aleja.Y nuevamente entrega el noble músculo
al círculo vicioso de la noche para continuar remando
hacia un círculo incierto. ¿Adonde vamos Dios mío, adonde vamos?
La soledad en mitad de la noche aúlla como un lobo: es certeza
y es duda, es fría fuente, y es infierno esta ardiente carrera.
El polvo de los sueños que atraviesa la sístole se borra poco a poco.
¡Ah desbocado corazón, potro indomable sigue esperando pues
por la luz de aqueste amanecer aún remoto!
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25 de marzo de 2011 16:26
oscar portela dijo...
EL CORAZÓN
un poema de OSCAR PORTELA
Escucha el corazón de la piedra. La estalactita
Escucha. Escucha los lamentos del viento.
El corazón de Nada escucha. Escucha es corazón.
Y vértigo. El pino en las alturas mira el abismo
Sin temer lo oscuro. Escucha. El corazón escucha.
Asimismo se ausculta el corazón y advierte
La intemperie. La incuria. La soledad que espanta.
El incubo que nace. La muerte que despierta.
La soledad que asfixia las cometas de un cuerpo
Que fue consagración de primavera. Y escucha corazón
Las plañideras flechas del deseo.
No es este el corazón que siente.
Es grafía del cuerpo y del espanto. Escucha
Tierra el corazón que nace de tus
Propias entrañas y asciende hacia lo mudo.
Hacia el azur profano. El corazón que mira
El cuerpo de Afrodita y se convierte en llanto.
Es este el corazón llagado. La lengua es su destino.
Los labios, las plegarias, las promesas.
El proemio de una historia de amor y de un
Cuerpo sin penas. Escucha corazón. El corazón
Escucha. ¿Recuerdas las tardes del estío,
El río que no vuelve, las riberas, los árboles,
La soledad sin fin y nosotros apenas desnudos
Y sin nombres vero- testamentarios?
Aquí estas corazón. Aquí tú escucha.
Tu final sin historias ni quejas ni llamados.
Escucha corazón y dime las plegarias
De una pregunta apenas. El Adamita espera.
Desnudo corazón tu escucha y pena.
El agua escucha.
Pasa y escucha las endechas del tiempo.
Las flechas con que Apolo hirió a Marcias y el canto
Con que florece el loto en las aguas del lago.
Escucha corazón. Escucha. Y dime todo. Todo.
Dame su joven cuerpo. Desnúdalo de nuevo y entrégalo
A mis cantos. A la oración primera. A las albas que Eros
Vio nacer en mi pecho. El corazón escucha. Escucha
El corazón y tañe la amapola, el lirio y la azucena.
Yo torno -je tournat - a vigilar lo pleno.
Construyo sobre escombros como Abel Posse quisiera.
Y allá en la luz de otro sangral poniente
Liza sonríe a solas ya para siempre.
Escucho corazón. Yo escucho. Soy tuyo aún.
Aun soy primavera. Escucha en la sonata de la luna
Que llama a todos y aún espera. Espera
La vigilia de un hombre que está solo y espera.
EL VERBO Y LA CARNE
POEMA DE OSCAR PORTELA
A BRUNO SANTOS
De que luz primigenia. De que auroras
Nacidas al amparo de vulneradas muertes.
De que amarillas lunas ahogadas por el agua
De lagos primordiales como los elementos.
De que silbidos áureos que presagian
El transito del caos a la armonía cósmica
El alfarero inaugural hizo tu cuerpo de la arcilla
Más pura desta tierra, oh Bruno a torbellino y
Magia condenado. Tú eres la tierra adolecida
De toda la inocencia de un devenir sin deudas
Y el milagroso azar que nos corona con recia
Aristocracia del más audaz deseo de la especie.
¿Que alfarero y chaman mojó sus dedos en las
Dolientes viseras de un pájaro para
Amasar tus labios, ánforas que contienen toda
Las endechas del mundo? ¿Que coreutas osados cantaron
El nacimiento de tus formas cinceladas en ébano
Cubiertas por tu carne trabajada en arcilla
Santificada por la aurora de América?
¿Que chaman te bautizó en la cuna de verde césped
Humedecido por el rocío del alba primigenia?
¿Que sinuosos ríos de montaña dibujaron tus caderas
Que huyen de las manos del hombre y de todo poema?.
Y tus desnudos muslos que envidian las efigies
Y rompen los harapos de humanas vestiduras
Para surgir desnudos y perfectos como la melodía
Que los vientos ponen en las florestas para que todo
Asombro bañe la hermosura de un Dios que esperará
La hora de bendecir el suelo que nos toma y tomará
Nuestros deseos todos para quemarlos en la hoguera
Del amor deseado y devolverlos a la tierra fértil
A la que pertenecemos los mortales y dioses
Que embellecen las horas de los días terrestres.
No hay templos para ti, oh Bruno, ni poemas que no se rompan
Por que eres mas bello que el verbo convertido en palabra.
Porque tú justificas todo el dolor del mundo.
Tu belleza es el premio y la eternidad del oro.
El dolor dice pasa pero el goce quiere contemplar tus fulgores.
La eternidad efímera del búcaro que no puede morir
Y vuelve eternamente como los dioses de la tierra que son
El salmo de la tierra misma y tu su encarnación oh Bruno Santos.
UN ADIÓS DE OSCAR PORTELA
a Christian Binderfeld
poema de Oscar Portela
Perdido el fuego del aliento que los Dioses
Depositaran en lo profundo de mi boca
¿Adonde huir, ah decidme vosotros:
Hacia que calmos lagos donde duermen
las algas, oh vasto mundo y
abandonar mis sueños y deseos
volados hacia el invierno más letal
donde sucumbe el alma de la forma?
Gotas de sangre caen de mis ojos.
Adiós. ¿Quién habla ahora y en nombre
de que loa aún a la tierra?
Vasto mundo, vasto mundo: alguna vez
amé su cuerpo y mis voces hablaron
por su ebria alegría y mi años florecieron
repentinos como el relámpago
en sus manos transformadas en fuentes:
Una flor de lapacho perforaba mis ojos.
Restancias del deseo. Si me llamara Raimundo
vasto mundo sería apenas una rima
y no una solución.
Adiós palomares silvestres.
Todo lo noble se ha esfumado del mundo
ahora que los Dioses abandonaron
al amigo del solar y la endecha.
¿Adonde ir decidme ya vosotros
apresuradamente: no se quien soy
y la sordera hace presa de mí:
Adiós memorias. Las nauseas me devoran.
Cumplidas que fueran las tareas
encomendadas a mi ambiguo destino
me despido ahora atentamente
de vosotros: Oscar Portela.
QUESTIONS
poema de OSCAR PORTELA
Après tant de temps. Le temps
Ne mesure rien. Après tant
D’attente. L’attente ne mesure rien. Rien.
Après tant de morts, de crucifixions,
De deuils, pourquoi te cherché-je, tu m’assassines,
Mon envoi douloureux, aiguillon de ma soif
Qui cède déjà devant la recherche insatiable
D’une épine si cruelle, vaine question stérile
Sans mesure, à part mon non-être déjà, ici ni maintenant.
Pourquoi continuer alors ? Pourquoi ? Pourquoi
Te chercher comme l’asile où soigner
La peur de devenir ainsi, plongé dans la jouissance
Et exposé aux éclairs et à la tempête où
Ma mère enfante, est-ce mon destin ?
Pourquoi me refuser, pourquoi te refuser quand
Le coq chante, bleu désir, blessure qui rachète ?
Pourquoi croire que le sommeil, la fuite féroce
De la meute qui m’aima un jour, me sauvera
De tant de deuil, de désolation et de vie ?
Pourquoi te croire mort, pourquoi la soudaineté
De ta paix donnerait-elle la tranquillité et la paix à mon âme ?
Et je continue de m’interroger pendant que tu
M’enfouis dans une brume dense.
MARLON TEIXEIRA EL AIRE Y LOS SUEÑOS
poema de OSCAR PORTELA
Finalmente roto el hechizo de la magia
que suscribe los nombres, roto el aliento
de la escritura, retirada la mar y sus desechos
de los amplios dominios, estoy solo conmigo
y la sombra del cuerpo del leguaje que va
ha abandonarme definitivamente.
¿Que más puedo decir ? Ahora que finalmente
comprendo que solo soy mi cuerpo y que tras
los huesos y la carne nada hay que no sean la pasión
y la fuerza del viento del inaudible canto :
Pues que he cantado por mi cuerpo,
han cantado mis órganos, las cuerdas de un laúd
enmudecido que ahora dirán que sí a la muerte.
Los misteriosos duendes del sueño me repiten,
el ha venido para que toda muerte
sea el acceso a otras albas y el abra será tuya nuevamente:
su cuerpo, donde los elementos se despojan de furia,
la inaudita sensualidad de su carne y de sus labios
donde el día apaga todo fragor de lucha,
todo volcán es dominado y todo rayo.
Porque es el - el mismo rayo un don de la belleza impetrada
para indicar el camino a quienes con el nos desposamos :
¡También tú pasarás, oh Marlon !
También tu belleza, que es el precinto del tesoro de las luces
que busco ahora que declina mi estancia en esta tierra,
empero como en el comienzo de la fábula donde el mundo
comienza, tú vendrás nuevamente para resucitarnos
con llamados, ya dentro de ti y tú aherrojando mis delirios,
devoraremos nuestros éxtasis, y tus piernas y el planetarium
de tu cuerpo todo, serán los aposentos donde las declinantes
llamas de mi carne devoraran las agonías
de los espasmos y los salvajes rituales donde seguros códices
me dirán, tú eres suyo, mientras desapareces en abismos
de ilimitado goce, para así abrir otros fanales, otras puertas,
y entregarte al mortal como lo hacen los divinos,
jugando, Marlon Teixeira, jugando todo el juego del mudo,
toda la fabula del mundo en la punta de la dorada aguja
que burila todo exceso que hace de la muerte
el triunfo de la vida, pues en la pequeñas muertes
con la que acompasadamente seguimos la leyes del bing-bang,
recomenzamos, cuando nos fundimos uno en otro, muerte - vida.
vida - muerte, y la derrota se convierte en triunfo.
O la victoria en la gloriosa derrota del amor
y la muerte, el acceso a la inmortalidad del goce.
BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA
Oscar Portela
Critico de arte, pensador y poeta. Nace en Corrientes Capital en 13 de Mayo de 1950. Reside hasta los 12 años en pueblo de Loreto . Se traslada a los 12 años a Corrientes Capital lugar en el que termina de cursar sus estudios primarios en la Escuela “Del Centenario”. A vivido desde ese momento en la Ciudad de Corrientes Dirección: Jujuy 1224. Tercer Piso Departamento "B". 3400. Corrientes. Capital. República Argentina TÍTULOS: Bachiller Especializado en Letras: Colegio Provincial "Manuel Vicente Figuerero". CARGOS DESEMPEÑADOS: OFICIALES: Director del Departamento de Letras de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia. Asesor de Cultura de la Dirección Municipal de Cultura. Asesor de Cultura de la Presidencia de la Honorable Cámara de Diputados. Delegado del Fondo Nacional de las Artes en la Provincia de Corrientes. PRIVADOS: Presidente "Circulo Literario Correntino" - 1968. Presidente del Cine Club Corrientes - 1969-70. Director Taller Literario de la Revista Literaria "Signos"- 1970. Director Fundador Revista Literaria "Signos". 6 números. 1972-73 Director Fundador del Semanario Acción Federal y del Semanario "La Noticia".-. Director Fundador (...)
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