sábado, 25 de julio de 2009

SONATINA, CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA Y OTROS POEMAS de Rubén Darío

Sonatina
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?

Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.

La princesa está pálida en su silla de oro,

está mudo el teclado de su clave de oro;

y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.

Parlanchina, la dueña dice cosas banales,

y, vestido de rojo, piruetea el bufón.

La princesa no ríe, la princesa no siente;

la princesa persigue por el cielo de Oriente

la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,

o en el que ha detenido su carroza argentina

para ver de sus ojos la dulzura de luz?

¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,

o en el que es soberano de los claros diamantes

o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz

Ay! La pobre princesa de la boca de rosa

quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,

tener alas ligeras, bajo el cielo volar,

ir al sol por la escala luminosa de un rayo,

a los lirios con los versos de mayo,

o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,

ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,

ni los cisnes unánimes en el lago de azur.

Y están tristes las flores por la flor de la corte;

los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,

de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!

Está presa en sus oros, está presa en sus tules,

en la jaula de mármol del palacio real,

el palacio soberbio que vigilan los guardas,

que custodian cien negros con sus cien alabardas,

un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!

(La princesa está triste. La princesa está pálida)

¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!

¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe

(La princesa está pálida. La princesa está triste)

más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,

en caballo con alas, hacia acá se encamina,

en el cinto la espada y en la mano el azor,

el feliz caballero que te adora sin verte,

y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,

a encenderte los labios con su beso de amor!



Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste historia de mi corazón.

Era una dulce niña, en este mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura; sonreía como una flor.

Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue,

para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más halagadora y expresiva,

otra fue más sensitiva cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura una pasión violenta unía.

un peplo de gasa pura una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé...

Y te mató, triste y pequeño, falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión;

y que me roería, loca, con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad,

eran abrazo y beso síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la Primavera y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas, en tantas tierras siempre son,

no pretextos de mis rimas fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin;

con el cabello gris, me acerco a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!

quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer...

Mas es mía el Alba de oro!



A José Enrique Rodó


IYo soy aquel que ayer no más decía

el verso azul y la canción profana,

en cuya noche un ruiseñor había que

era alondra de luz por la mañana.


El dueño fuí de mi jardín de sueño,

de rosas y de cisnes vagos;

el dueño de las tórtolas, dueño

de góndolas y liras en los lagos;


muy siglo diez y ocho y muy antiguo

y muy moderno; audaz, cosmopolita;

Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,

y una sed de ilusiones infinitas.


Yo supe de dolor desde mi infancia,

juventud... ¿fue juventud la mía?

Sus rosas aún me dejan la fragancia...

una fragancia de melancolía...


Potro sin freno se lanzó mi instinto,

juventud montó potro sin freno;

embriagada y con puñal al cinto;

no cayó, fué porque Dios es bueno.


En mi jardín se vió una estatua bella;

se juzgó de mármol y era carne viva;

un alma joven habitaba en ella,

sentimental, sensible, sensitiva.


Y tímida, ante el mundo, de manera

que encerrada en silencio no salía,

sino cuando en la dulce primavera

era la hora de la melodía...


Hora de ocaso y de discreto beso;

hora crepuscular y de retiro;

de madrigal y de embeleso,

de "te adoro", de "¡ay!" y de suspiro.


Y entonces era en la dulzaina un

misteriosas gamas cristalinas,

un renovar de notas del Pan

un desgranar de músicas latinas.


Con aire tal y con ardor tan vivo,

a la estatua nacían de el muslo viril patas de

dos cuernos de sátiro en la frente.

Como la Galatea gongorina


me encantó la marquesa varleniana,

y así juntaba a la pasión divina

una sensual hiperestesia humana;

ansia, todo ardor, sensación pura

y vigor natural; y sin falsía,


sin comedia y sin literatura...:

Si hay un alma sincera, ésa es la mía.

La torre de marmil tentó mi anhelo;

quise encerrarme dentro de mí mismo,

tuve hambre de espacio y sed de


las sombras de mi propio abismo.

Como la esponja que la sal satura

en el jugo del mar, fué el dulce y mío,

henchido de el mundo, la carne y el infierno.


Mas, por la gracia de Dios, en mi

Bien supo elegir la mejor parte;

y si hubo áspera hiel en mi existencia,

melificó toda acritud el Arte.


Mi intelecto libré de pensar bajo,

bañó el agua castalia el alma mía,

peregrinó mi corazón y trajo

de la sagrada selva la armonía.


¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda

emanación del corazón divino

de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda

fuente cuyo virtud vence al destino!


Bosque ideal que lo real complica,

allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;

mientras abajo el sátiro fornica,

ebria de azul deslíe Filomela.


Perla de ensueño y música amorosa

en la cúpula en flor del laurel verde,

Hipsipila sutil liba en la rosa,

y la boca del fauno el pezón muerde.



Allí va el dios en celo tras la hembra,

y la caña de Pan se alza del lodo;

la eterna vida sus semilas siembra,

y brota la armonía del gran Todo.


alma que entra allí debe ir desnuda,

de deseo y fiebre santa,

cardo heridor y espina aguda:

sueña, así vibra y así canta.


Vida, luz y verdad, tal triple llama

produce la interior llama infinita.

Arte puro como Cristo exclama

¡Ego sum lux et veritas et vita!


Y la vida es misterio, la luz ciega

y la verdad inaccesible asombra;

adusta perfección jamás se entrega,

el secreto ideal duerme en la sombra.


Por eso ser sincero es ser potente;

desnuda que está, brilla la estrella;

agua dice el alma de la fuente en

la voz de cristal que fluye de ella.


Tal fué mi intento, hacer del alma pura

mía, una estrella, una fuente sonora,

con el horro de la literatura

y loco de crepúsculo y de aurora.


Del crepúsculo azul que da la pauta

que los celestes éxtasis inspira,

bruma y tono menor ¡toda la flauta!,

y Aurora, hija del Sol ¡toda la lira!


Pasó una piedra que lanzó una honda;

pasó una flecha que aguzó un violento.

La piedra de la honda fué a la onda,

y la flecha del odio fuése al viento.


La virtud está en ser tranquilo y fuerte;

con el fuego interior todo se abrasa;

si triunfa del rencor y de la muerte,

y hacia Belén... ¡la caravana pasa!
A Mariano de Cavia.
Los que auscultasteis el corazón de la noche,
los que por el insomnio tenaz habéis oído
el cerrar de una puerta, el resonar de un coche lejano,
un eco vago, un ligero rüido...
En los instantes del silencio misterioso,
cuando surgen de su prisión los olvidados,
en la hora de los muertos,
en la hora del reposo,
sabréis leer estos versos de amargor impregnados...
Como en un vaso vierto en ellos mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.
y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,
la pérdida del reino que estaba para mí,
el pensar que un instante pude no haber nacido,
¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!
Todo esto viene en medio del silencio profundo
en que la noche envuelve la terrena ilusión,
y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.
A René Pérez.
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura,
porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,ni de dónde venimos...!
Un gran vuelo de cuervos mancha el azul celeste.
Un soplo milenario trae amagos de peste.
Se asesinan los hombres en el extremo Este.
¿Ha nacido el apocalíptico Anticristo?
Se han sabido presagios, y prodigios se han visto
y parece inminente el retorno del Cristo.
La tierra está preñada de dolor tan profundo
que el soñador, imperial meditabundo,
sufre con las angustias del corazón del mundo.
Verdugos de ideales afligieron la tierra,
en un pozo de sombras la humanidad se encierra
con los rudos molosos del odio y de la guerra.
¡Oh, Señor Jesucristo!,
¿por qué tardas, qué esperas para tender tu mano de luz sobre las fieras
y hacer brillar al sol tus divinas banderas?
Surge de pronto y vierte la esencia de la vida sobre tanta alma loca, triste o empedernida,
que, amante de tinieblas, tu dulce aurora olvida.
Ven, Señor, para hacer la gloria de ti mismo,
ven con temblor de estrellas y horror de cataclismo,
ven a traer amor y paz sobre el abismo.
Y tu caballo blanco, que miró al visionario,
pase. Y suene el divino clarín extraordinario.
Mi corazón será brasa de tu incensario.



BIOGRAFÍA de Rubén Darío. (1867 -1916 )


Eran días de Diciembre de 1866. Una carreta había salido de León, con dos mujeres, Josefa Sarmiento y su joven sobrina Rosa Sarmiento de García Darío. La tía era en viaje para motivos de comercio, mientras la sobrina esperaba el nacimiento de su primer hijo. Aires de Navidad harían frio a los caminos, y Rosa, muy pensativa, soñaba con Belén, el pueblecito donde nacío el Mesías. Rosa había dejado la gran ciudad, León, iba a esperar a su propio niño en otro pueblo pintoresco: Metapa. Que paz, como la paz de que habla el Evangelio como señal del nacimiento divino. ¿Qué clase de niño era que iba a nacer en días pascuales? Felíx Rubén Garcia-Sarmiento conocido como Rubén Darío, nacío el 18 de enero en Metapa, Nicaragua pero su familia se mudó a León un mes después de su nacimiento. A la edad de doce años Rubén Darío publico sus primos poemas "La Fé", "Una Lagrima" y "El Desengaño". En 1882 cuando Rubén tenía solamente quince años se presento antes del Presidente Joaquin Zavala. Preguntó al Presidente si el pudiera ir a estudiar en Europa. Pero Darío le preguntó este después de haberle presentado un poema muy en contra de su patria y la religión de su patria. Después de haber oido este poema el Presidente le dío; una respuesta muy única a Rubén Darío. Le dijo, " Hijo mío, si asi escribes ahora contra la religión de tus padres y de tu patria, que será si te vas a Europa a aprender cosas peores?". Y por esto Darío no fue a Europa. Después se casó con Rosario Murillo, y se mudaron a El Salvador donde encontré a Francisco Gavidia. Gavidia le presentó la poesia Castileña.En 1883, volvio a Nicaragua. Rubén Darío tení muchos trabajos en su vida, pero una cosa que puede ser probablemente la más importante es que Darío es considerado el padre del modernismo.El modernismo es un movimiento muy importante en la historia de la literatura española. El Modernismo fue hecho por el symbolismo de los franceses y la escuela parnasiana. Pero mucho más viene de los franceses porque el modernismo es muy espotáneo, pero mucho del modernismo viene de los classicos españoles también.Rubén Darío participó con, o fue el líder de, muchos movimientos literarios en Chile, España, Argentina, y Nicaragua. El movimiento modernista era una recopilación de tres movimientos de Europa: romanticismo, símbolismo, y el parnasianismo. Estas ideas expresan pasión, arte visual, y armonías y ritmos como música. Darío fue un genio de este movimiento. Su estilo es exótico y muy colorado. Sus poemas especialmente contienen todos estos sentimientos. En su poema "Canción de Otoño en Primavera." hay mucha evidencia de pasión y emociones fuertes. Pronto muchos literarios comenzaron a usar su estilo en una forma muy elgante, y cuidadosa, usando su estilo y sus palabras para hacer musíca con la poesía. Su talento fue reconocido y por eso empezó a escribir más y mejor. Luego, viajó a España donde sucumbió a mucha influencia de Europa,una influencia muy liberal. Sus ideas nuevas fueron reflejadas en su poesía de romanticismo y amor. En 1888 publicó la primera recopilación de sus poemas que se llama Epístolas y poemas (1885) y despues vino Azul que es recordado por su "símbolismo y sus imágenes exóticas"(Microsoft Encarta). Otras obras famosas de Rubén Darío son Prosas Profanas y Otros Poemas (1892), Los raros (1896), y Cantos de Vida y Esperanza(1905). Probablemente, el poema más famoso de Rubén Darío es "Canción de Otoño en Primavera." Sus sentimientos son expresados en toda su literatura. Rubén Darío es considerado ser el poeta más importante que escribío en español afuera de la España y es fácilmente unos de los personajesmás reverenciados en Nicaragua.


Fuente: Poetas latinoamericanos.com
Melan.

4 comentarios:

  1. Es un poeta muy reverenciado en Nicaragua y el Mundo.

    Roberto D'Andrea

    ResponderEliminar
  2. Aunque muy tarde, gracias por pasar y dejar tu comentario. Sí he tratado de buscar a los autores más reconocidos de cada país para conformar este catálogo. Nuevamente gracias. Melan.

    ResponderEliminar
  3. bagner tijerino castro.9 de octubre de 2010, 14:48

    de lo leido me sorprende este poeta nicaraguense

    ResponderEliminar
  4. bagner tijerino castro.9 de octubre de 2010, 14:52

    en america y el mundo es el mejor se que no existe otro estoy seguro.

    ResponderEliminar